(...) Una de ellas es lo que cabría llamar retratos de una generación y, por lo tanto, retratos también de una época. Otra es la literatura que indaga, con nostalgia, con afecto, con curiosidad, a menudo con dolor y siempre a rastras de la búsqueda del gnothi seauton, del nosce te ipsum, del conócete a ti mismo, en las relaciones familiares, y sobre todo, dentro de ese marco, en las relaciones que el autor mantuvo o mantiene, con el padre o con la madre, que son los dos mástiles, las dos velas mayores, hinchadas por el viento de la infancia y de la adolescencia, que condicionan de por vida nuestra trayectoria existencial. También pesan los abuelos, cierto, y los hermanos, y los tíos, y los primos, y los amigos, y los cónyuges, y los hijos, cuando los hay, pero son, sobre todo, nuestros progenitores quienes más huella dejan en la cera virgen del carácter y en sus limitaciones y condicionamientos. (...)
Fonte | El Mundo
Fonte | El Mundo
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