(...) Podría pensarse que precisamente esta circunstancia es la que transmite la sensación de un cierto vértigo; pero no son las personas o el estilo los que producen esa impresión, sino el debate político sobre lo que es y lo que quiere ser España, mirada desde una óptica o desde otra; y no es tanto el clásico debate entre izquierda derecha cuanto entre nacionalismos, ya sean los llamados periféricos o el que podría ser enunciado por «España, nación». Porque, al final, pueden ser reconciliables los modelos económicos de unos y otros -no nos engañemos; en esto manda Europa-; ni siquiera se pueden ya echar en cara nepotismos, de moda como está colocar a hermanísimos en el despacho de al lado; podríamos discutir ad calendas graecas sobre si debate televisado sí o no; pero el vértigo viene por otro lado o, mejor, por otros lados. (...)
Fonte | La Voz de Galicia
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