(...) Así que a las cinco de la mañana del día 20 ya están personas de su confianza en El Pardo preparándole la misa. Cuando llega el capellán de Franco, José María Bulart, se le dice que es el cardenal quien va a oficiar. Bulart no tiene más remedio que obedecer. Hacia las once de la mañana, Arias, muy ocupado, sobrecogido además por la emoción, se entera de que la misa córpore insepulto la va a celebrar Tarancón. Arias se llena de santa ira y manda a un coronel de Estado Mayor a que diga que esa misa no puede decirla monseñor Tarancón. (...)
Fonte | El País
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