(...) En aquellos tiempos, nadie pensaba en comer, sino en amar. Florecían la poesía y el carpe diem, mejor dicho, el tempus fugit de la existencia. Hoy, en cambio, el único acto revolucionario es acabar con los productos perecederos de las impersonales estanterías de los supermercados, que ni tenderos quedan. (...)Fonte | El Correo de Andalucía
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