(...) Digamos que Vinterberg, no en balde director de 'Celebración', juega a provocar, a descolocar o a simplemente hacer realidad (de ahí la provocación) lo que el común macho-facha, que diría Cristina Morales, en el que vivimos instalados hace tiempo que aceptó como seña de identidad: beber aligera la conciencia y nos hace más sinceros. 'In vino veritas', que diría Plinio el Viejo. Al fin y al cabo, ¿cuántos de los hombres (siempre hombres) que admiramos no son o fueron unos consumados bebedores, aunque no necesariamente santos? Churchill, Roosevelt, Hemingway, Truman Capote, Hunter S. Thompson, Scott Fitzgerald... Aquí, como señala la propia película, el único abstemio es Hitler (...)
Fonte | El mundo
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