(...) Y también a quien por evitar vínculos afectivos (nunca son correspondidos: la oficina es el peor campo del homo homini lupus plautoniano), hasta he renunciado a las cenas navideñas con los colegas del trabajo (reminiscencia freudiana de mis tiempos en Diari de Barcelona, cuando cada encuentro era porque despedíamos a uno víctima de la sádica reducción de personal, porque huían a otros medios o porque, sabios, dejaban el oficio). (...)
Fonte: El País
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