(...) Lo que caracteriza a Tonanzintla es lo que se
dio por llamar horror vacui (horror al vacío), una forma de saturación
del espacio que ha llevado a especulaciones de todo tipo, en las que se
ha relacionado a los indígenas con drogas alucinógenas. Dado que los
ornamentos de Santa María están desligados de todo lo ortodoxo y de
alguna manera son un adelanto del ultrabarroco, se ha hecho leyenda que
tanto la proliferación del color como de los grandes ojos abiertos de
los ángeles son la representación buscada por el supuesto chamán que
guiaba a los indios en la construcción. Vale la pena percibir recostado
-si no es época de turismo- la iglesia por dentro y sentir
individualmente un viaje interior, una especie de mareo. El espectador
no puede sino sentirse maravillado, pues el interior de la cúpula se
abre hacia la luz: difícil encontrar mayor majestuosidad del arte
indígena, ejemplo del esplendor que llegó a tener el barroco en el mundo
hispánico, generoso en la riqueza para satisfacer un deseo colectivo de
ofrenda.(...)
Fuente: elpais .com
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